1 Samuel 21 – 26, NBLA.
David huye de Saúl
21 Entonces llegó David a Nob, al sacerdote Ahimelec; y Ahimelec vino tembloroso al encuentro de David, y le dijo: «¿Por qué estás solo y no hay nadie contigo?». 2 Y David respondió al sacerdote Ahimelec: «El rey me ha encomendado cierto asunto y me ha dicho: “Que no sepa nadie acerca del asunto por el cual te envío y que te he encomendado; y yo he citado a los jóvenes a cierto lugar”. 3 Ahora pues, ¿qué tienes a mano[a]? Dame[b] cinco panes, o lo que tengas[c]». 4 Respondió el sacerdote a David: «No hay pan común a mano[d], pero hay pan consagrado; siempre que los jóvenes se hayan abstenido de mujer». 5 Y David respondió al sacerdote: «Ciertamente las mujeres nos han sido vedadas; como anteriormente, cuando he salido en campaña, los cuerpos[e] de los jóvenes se han mantenido puros, aunque haya sido un viaje profano; ¿cuánto más puros estarán sus cuerpos[f] hoy?». 6 Entonces el sacerdote le dio pan consagrado; porque allí no había otro pan, sino el pan de la Presencia[g] que había sido quitado de delante del Señor para colocar pan caliente en su lugar al ser retirado.
7 Y uno de los siervos de Saúl estaba allí aquel día, detenido delante del Señor; se llamaba Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl.
8 David dijo a Ahimelec: «¿No tienes aquí a mano[h] una lanza o una espada? Pues no traje ni espada ni armas conmigo[i], porque el asunto del rey era urgente». 9 Entonces el sacerdote le dijo: «Mira, la espada de Goliat el filisteo, a quien mataste[j] en el valle de Ela, está envuelta en un paño detrás del efod; si quieres llevártela, tómala, porque aquí no hay otra sino esa». Y David dijo: «Como esa no hay otra; dámela».
10 David se levantó y huyó aquel día de Saúl, y fue a donde estaba Aquis, rey de Gat. 11 Pero los siervos de Aquisle dijeron: «¿No es este David, el rey de la tierra? ¿No cantaban de él en las danzas, diciendo:
“Saúl mató a sus miles,
Y David a sus diez miles”?».
12 David tomó en serio[k] estas palabras y temió grandemente a Aquis, rey de Gat. 13 Y se fingió demente[l] ante sus ojos y actuaba como loco en medio[m] de ellos; escribía garabatos en las puertas de la entrada y dejaba que su saliva le corriera por la barba. 14 Entonces Aquis dijo a sus siervos: «Vean al hombre portándose como un loco. ¿Por qué me lo traes? 15 ¿Acaso me hacen falta locos, para que me traigan a este y haga de loco en mi presencia? ¿Va a entrar este en mi casa?».
22 David se fue de allí y se refugió en la cueva de Adulam. Cuando sus hermanos y toda la casa de su padre losupieron, descendieron a él allá. 2 Todo el que estaba en apuros, todo el que estaba endeudado[a] y todo el que estaba descontento[b] se unió a él, y él vino a ser jefe sobre ellos. Y con él había unos 400 hombres.
3 De allí David fue a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: «Permite que mi padre y mi madre vengan y se quedencon ustedes hasta que yo sepa lo que Dios hará por mí». 4 Los dejó, pues, con el rey de Moab, y se quedaron con[c] él todo el tiempo que David estuvo en el refugio[d]. 5 El profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el refugio; vete y entra en la tierra de Judá». Y David se fue y entró en el bosque de Haret.
6 Entonces se enteró Saúl de que David y los hombres que estaban con él habían sido descubiertos. Saúl estaba en Guibeá, sentado bajo un tamarisco, en el alto, con su lanza en la mano, y todos sus siervos estaban de pie alrededor de él. 7 Y Saúl dijo a sus siervos que estaban a su alrededor: «Óiganme ahora, hijos de Benjamín. ¿Les dará también el hijo de Isaí a todos ustedes campos y viñas? ¿Los hará a todos capitanes de miles y capitanes de cientos? 8 Porque todos ustedes han conspirado contra mí y no hay quien me revele[e] cuando mi hijo hace un pacto con el hijo de Isaí. Tampoco hay entre ustedes quien tenga piedad de mí ni me revele[f] que mi hijo ha instigado a mi siervo contra mí para tenderme una emboscada, como sucede hoy». 9 Entonces respondió Doeg el edomita, que estaba junto a[g] los siervos de Saúl: «Yo vi al hijo de Isaí venir a Nob, a donde estaba Ahimelec, hijo de Ahitob. 10 Y consultó al Señor por él, le dio provisiones y le dio la espada de Goliat el filisteo».
Matanza de los sacerdotes de Nob
11 El rey mandó llamar al sacerdote Ahimelec, hijo de Ahitob, y a toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob, y todos ellos vinieron al rey. 12 Y Saúl dijo: «Escucha ahora, hijo de Ahitob». Y este respondió: «Aquí estoy, mi señor». 13 Y le dijo Saúl: «¿Por qué tú y el hijo de Isaí han conspirado contra mí, dándole pan y una espada, y has consultado a Dios por él para que se rebelara contra mí, tendiéndome una emboscada como sucede hoy?». 14 Ahimelec respondió al rey: «¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno del rey, jefe de[h] tu guardia y se le honra en tu casa? 15 ¿Acaso comencé hoy a consultar a Dios por él? Lejos esté esto de mí. No culpe el rey de nada a su siervo ni a ninguno de la casa de mi padre, porque su siervo no sabe nada[i] de todo este asunto». 16 Pero el rey dijo: «Ciertamente morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre».
17 Y el rey dijo a los guardias[j] que le asistían: «Vuélvanse y den muerte a los sacerdotes del Señor, porque la mano de ellos también está con David, y porque sabían que él estaba huyendo y no me lo revelaron[k]». Pero los siervos del rey no quisieron levantar la mano para atacar a[l] los sacerdotes del Señor. 18 Entonces el rey dijo a Doeg: «Vuélvete y ataca a[m] los sacerdotes». Y Doeg el edomita, se volvió y atacó a[n] los sacerdotes, y mató aquel día a ochenta y cinco hombres que vestían el efod de lino. 19 Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, la hirió a filo de espada, tanto a hombres como a mujeres, tanto a niños como a niños de pecho; también hirió a filo de espada bueyes, asnos y ovejas.
20 Pero un hijo de Ahimelec, hijo de Ahitob, llamado Abiatar, escapó y huyó tras David. 21 Abiatar avisó a David que Saúl había matado a los sacerdotes del Señor. 22 Entonces David dijo a Abiatar: «Yo sabía aquel día, cuando Doeg el edomita estaba allí, que de seguro se lo haría saber a Saúl. He causado la muerte de todas las personas en la casa de tu padre. 23 Quédate conmigo, no temas, porque el que busca mi vida, busca tu vida; pues conmigo estarás a salvo[o]».
David libra a Keila
23 Entonces dieron aviso a David: «Los filisteos están atacando a Keila, y están saqueando las eras». 2 Entonces consultó David al Señor: «¿Debo ir a atacar[a] a estos filisteos?». Y el Señor dijo a David: «Ve, ataca[b] a los filisteos y libra a Keila». 3 Pero los hombres de David le dijeron: «Mira, estamos con temor aquí en Judá. ¿Cuánto más si vamos a Keila contra las filas de los filisteos?». 4 De nuevo David consultó al Señor; y el Señor le respondió: «Levántate, desciende a Keila, pues entregaré a los filisteos en tu mano». 5 Y David y sus hombres fueron a Keila y pelearon contra los filisteos; y él se llevó sus ganados y los hirió con gran mortandad. Así libró David a los habitantes de Keila.
Saúl persigue a David
6 Al huir Abiatar, hijo de Ahimelec, a donde estaba David en Keila, descendió con un efod en la mano. 7 Cuando se avisó a Saúl que David había ido a Keila, Saúl dijo: «Dios lo ha entregado[c] en mi mano, pues se ha encerrado entrando en una ciudad con puertas dobles y barras». 8 Y Saúl convocó a todo el pueblo a la guerra, para descender a Keila a fin de cercar a David y sus hombres. 9 David supo que Saúl tramaba el mal contra él; así que le dijo al sacerdote Abiatar: «Trae el efod». 10 Entonces David dijo: «Oh Señor, Dios de Israel, Tu siervo ciertamente ha oído que Saúl procura venir a Keila para destruir la ciudad por causa mía. 11 ¿Me entregarán en su mano los hombres de Keila? ¿Descenderá Saúl tal como Tu siervo ha oído? Oh Señor, Dios de Israel, te ruego que lo hagas saber a Tu siervo». Y el Señor dijo: «Sí, descenderá».
12 Entonces David dijo: «¿Me entregarán los hombres de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl?». Y el Señor dijo: «Sí, los entregarán». 13 Se levantó, pues, David con sus hombres, como 600, y salieron de Keila y anduvieron de un lugar a otro[d]. Cuando a Saúl le informaron que David se había escapado de Keila, cesó de perseguirlo[e]. 14 David se quedó en el desierto en los refugios[f], y permaneció en la región montañosa en el desierto de Zif. Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo entregó en su mano.
15 Y David se enteró[g] de que Saúl había salido para quitarle la vida[h], y David se encontraba en el desierto de Zif, en Hores. 16 Jonatán, hijo de Saúl, se levantó y fue a donde estaba David en Hores, y lo fortaleció[i] en Dios. 17 Y le dijo: «No temas, porque la mano de Saúl mi padre no te encontrará, y tú reinarás sobre Israel y yo seré segundo después de ti; Saúl mi padre también sabe esto». 18 Hicieron los dos un pacto delante del Señor; y David permaneció en Hores mientras Jonatán se fue a su casa.
19 Entonces subieron los de Zif a Saúl en Guibeá y dijeron: «¿No está David escondido entre[j] nosotros en los refugios de Hores, en la colina de Haquila que está al sur[k] de Jesimón[l]? 20 Ahora bien, oh rey, usted descienda conforme a todo el deseo de su alma para hacerlo[m]; y nuestra parte será entregarlo en manos del rey». 21 Y Saúl dijo: «Benditos sean del Señor, porque se compadecieron de mí. 22 Vayan ahora, asegúrense, investiguen y vean dónde está su escondite[n], y quién lo ha visto allí, porque me han dicho que es muy astuto. 23 Miren entonces, reconozcan todos los escondites donde se oculta, regresen a mí cuando estén seguros, y yo iré con ustedes; y sucederá que si estuviera en la tierra, voy a hallarlo[o] entre todos los miles de Judá».
24 Ellos se levantaron y fueron a Zif delante de Saúl. Y David y sus hombres estaban en el desierto de Maón, en el Arabá, al sur[p] de Jesimón. 25 Saúl fue con sus hombres a buscarlo, pero le avisaron a David, y este bajó a la peña y permaneció en el desierto de Maón. Cuando Saúl lo supo, persiguió a David en el desierto de Maón. 26 Saúl iba por un lado del monte y David y sus hombres por el otro lado del monte. David se apresuraba para huir de Saúl, pues Saúl y sus hombres estaban rodeando a David y a sus hombres para apresarlos. 27 Pero un mensajero vino a Saúl diciendo: Apresúrese y venga, pues los filisteos han hecho una incursión en la tierra. 28 Regresó entonces Saúl, dejando de perseguir a David, y fue al encuentro de los filisteos. Por eso llamaron a aquel lugar la Peña de Escape. 29 [q]Y subió David de allí, y permaneció en los refugios de En Gadi.
David perdona la vida a Saúl
24 Cuando Saúl regresó de perseguir a los filisteos, le dieron aviso: «David está en el desierto de En Gadi».2 Entonces Saúl tomó de todo Israel 3,000 hombres escogidos, y fue en busca de David y de sus hombres por[a]los peñascos de las cabras monteses. 3 Llegó a unos rediles de ovejas en el camino, donde había una cueva, y Saúl entró en ella para hacer sus necesidades[b]. Y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva. 4 Y los hombres de David le dijeron: «Mira, este es el día del que el Señor te habló: “Voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca[c]”». Entonces David se levantó y cortó a escondidas la orilla del manto de Saúl.
5 Aconteció después de esto que la conciencia de David le remordía[d], porque había cortado la orilla del manto de Saúl. 6 Y dijo a sus hombres: «El Señor me guarde de hacer tal cosa contra mi rey[e], el ungido del Señor, de extender contra él mi mano, porque es el ungido del Señor». 7 David contuvo[f] a sus hombres con estas palabras y no les permitió que se levantaran contra Saúl. Y Saúl se levantó, salió de la cueva, y siguió su camino.
8 Después de esto David se levantó, salió de la cueva y dio voces tras Saúl, diciendo: «¡Mi señor el rey!». Y cuando Saúl miró hacia atrás[g], David inclinó su rostro a tierra y se postró. 9 Y dijo David a Saúl: «¿Por qué escucha usted las palabras de los hombres, que dicen: “Mire que David procura su mal”? 10 Hoy han visto sus ojos que el Señor lo ha puesto en mis manos en la cueva en este día; y algunos me dijeron que lo matara, pero mis ojos tuvieron piedad de usted, y dije: “No extenderé mi mano contra mi rey[h], porque es el ungido del Señor”.11 Mire, padre mío, mire la orilla de su manto en mi mano. Puesto que corté la orilla de su manto y no lo maté, reconozca y vea que no hay maldad ni rebelión[i] en mis manos y que no he pecado contra usted, a pesar de que usted acecha mi vida para quitármela. 12 Juzgue el Señor entre usted y yo y que el Señor me vengue de usted, pero mi mano no será contra usted. 13 Como dice el proverbio de los antiguos: “De los malos procede la maldad”, pero mi mano no será contra usted. 14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigue? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga? 15 Sea el Señor juez y decida[j] entre usted y yo; que Él vea y defienda mi causa y me libre[k] de su mano».
16 Cuando David acabó de decir a Saúl estas palabras, Saúl dijo: «¿Es esta tu voz, David, hijo mío?». Entonces Saúl alzó su voz y lloró. 17 Y dijo a David: «Eres más justo que yo, porque tú me has tratado bien mientras que yo te he tratado con maldad. 18 Tú has demostrado hoy que me has hecho bien, ya que el Señor me entregó en tu mano y sin embargo no me diste muerte. 19 Porque si un hombre halla a su enemigo, ¿lo dejará ir sano y salvo[l]? Que el Señor, por tanto, te recompense con bien por lo que has hecho por mí hoy. 20 Mira, ahora sé que ciertamente serás rey, y que el reino de Israel será establecido en tu mano. 21 Ahora pues, júrame por el Señorque no cortarás mi descendencia[m] después de mí, y que no borrarás mi nombre de la casa de mi padre». 22 Y David se lo juró a Saúl. Y Saúl se fue a su casa, pero David y sus hombres subieron al refugio[n].
Muerte de Samuel
25 Murió Samuel, y se reunió todo Israel; lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Después David se levantó y descendió al desierto de Parán.
David y Abigail
2 Había un hombre en Maón que tenía sus bienes en Carmel; el hombre era muy rico[a] y tenía 3,000 ovejas y 1,000 cabras; y estaba en Carmel trasquilando sus ovejas. 3 El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigail. Y la mujer era inteligente[b] y de hermosa apariencia, pero el hombre era áspero y malo en sus tratos, y eracalebita. 4 Y David oyó en el desierto que Nabal estaba trasquilando sus ovejas.
5 Entonces David envió diez jóvenes, y les dijo[c]: «Suban a Carmel, visiten[d] a Nabal y salúdenlo en mi nombre; 6 y le dirán así: “Ten una larga vida[e], paz para ti, paz para tu casa y paz para todo lo que tienes. 7 He oído que tienes esquiladores. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros, y no los hemos maltratado, ni les ha faltado nada todos los días que estuvieron en Carmel. 8 Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Por tanto, permite que miscriados hallen gracia ante tus ojos, porque hemos llegado en un día de fiesta[f]. Te ruego que de lo que tengas a mano, des a tus siervos y a tu hijo David”».
9 Cuando llegaron los jóvenes de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David; entonces esperaron. 10 Pero Nabal respondió a los siervos de David: «¿Quién es David y quién es el hijo de Isaí? Hay muchos siervos hoy día que huyen de su señor. 11 ¿He de tomar mi pan, mi agua y la carne que he preparado[g]para mis esquiladores, y he de dárselos a hombres cuyo origen no conozco[h]?». 12 Entonces los jóvenes de David se volvieron por su camino, y regresaron; y llegaron y le comunicaron todas[i] estas palabras. 13 Y David dijo a sus hombres: «Cíñase cada uno su espada». Y cada hombre se la ciñó. David también se ciñó la suya, y unos 400 hombres subieron tras David, mientras que otros 200 se quedaron cuidando el equipaje.
14 Pero uno de los criados avisó a Abigail, mujer de Nabal: «David envió mensajeros desde el desierto a saludar[j] a nuestro señor, pero él los ha tratado mal. 15 Sin embargo, los hombres fueron muy buenos con nosotros; no nos maltrataron ni nos faltó nada cuando[k] andábamos con ellos, mientras estábamos en el campo. 16 Como muro fueron para nosotros tanto de noche como de día, todo el tiempo que estuvimos con ellos apacentando las ovejas. 17 Ahora pues, reflexione[l] y mire lo que ha de hacer, porque el mal ya está determinado contra nuestro señor y contra toda su casa, y él es un hombre tan indigno[m] que nadie puede hablarle».
18 Entonces Abigail se dio prisa y tomó 200 panes, dos odres de vino, cinco ovejas ya preparadas, cinco medidas de grano tostado, 100 racimos de uvas pasas, y 200 tortas de higos, y los puso sobre asnos. 19 Y dijo a sus criados: «Vayan delante de mí; porque yo los seguiré». Pero no dijo nada a su marido Nabal. 20 Cuando ella cabalgaba en su asno y descendía por la parte encubierta del monte, David y sus hombres venían bajando hacia ella, y se encontró con ellos. 21 Y David había dicho: «Ciertamente, en vano he guardado todo lo que este hombretiene en el desierto, de modo que nada se perdió de todo lo suyo; y él me ha devuelto mal por bien. 22 Así haga Dios a los enemigos de David, y aun más, si al llegar la mañana he dejado tan solo un varón[n] de los suyos».
23 Cuando Abigail vio a David se dio prisa y bajó de su asno, y cayendo sobre su rostro delante de David, se postró en tierra. 24 Y se echó a sus pies y le dijo: «Señor mío, solo sobre mí sea la culpa. Le ruego que permita que su sierva le hable[o], y que escuche las palabras de su sierva. 25 Ruego a mi señor que no haga caso a[p] este hombre indigno[q], Nabal, porque conforme a su nombre, así es. Se llama Nabal[r], y la insensatez está con él; pero yo su sierva no vi a los jóvenes que usted, mi señor, envió. 26 Ahora pues, señor mío, vive el Señor y vive su alma. Puesto que el Señor le ha impedido derramar[s] sangre y vengarse[t] por su propia mano, sean pues como Nabal sus enemigos y los que buscan el mal contra mi señor. 27 Y ahora permita que este presente[u] que su sierva ha traído para mi señor se dé a los jóvenes que acompañan a[v] mi señor. 28 Le ruego que perdone la ofensa de su sierva, porque el Señor ciertamente establecerá[w] una casa duradera para mi señor, pues mi señor pelea las batallas del Señor, y el mal no se hallará en usted en todos sus días. 29 Y si alguien se levanta para perseguirlo y buscar su vida[x], entonces la vida[y] de mi señor estará bien atada en el haz de los que viven con el Señor su Dios; pero Él lanzará la vida de sus enemigos como de en medio de una honda. 30 Y sucederá que cuando el Señor haga por mi señor conforme a todo el bien que Él ha hablado de usted, y se ponga por príncipe sobre Israel, 31 esto no causará pesar ni remordimiento[z] a mi señor, tanto por haber derramado sangre sin causa como por haberse vengado[aa] mi señor. Cuando el Señor haya hecho bien a mi señor, entonces acuérdese de su sierva».
32 Entonces David dijo a Abigail: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te envió hoy a encontrarme, 33 bendito sea tu razonamiento, y bendita seas tú, que me has impedido derramar sangre[ab] hoy y vengarme[ac] por mi propia mano. 34 Sin embargo, vive el Señor, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que si tú no hubieras venido pronto a encontrarme, ciertamente, para la luz del alba, no le hubiera quedado a Nabal ni un varón[ad]».35 Recibió David de su mano lo que ella había traído y le dijo: «Sube en paz a tu casa. Mira, te he escuchado[ae] y te he concedido tu petición[af]».
David perdona de nuevo la vida a Saúl
26 Entonces vinieron los zifeos a Saúl en Guibeá y le dijeron: «¿No está David escondido en la colina de Haquila, que está frente a Jesimón[a]?». 2 Se levantó, pues, Saúl y descendió al desierto de Zif, teniendo consigo 3,000 hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif. 3 Y acampó Saúl en la colina de Haquila, que está frente a Jesimón, junto al camino, y David permanecía en el desierto. Cuando vio que Saúl venía tras él al desierto, 4 David envió espías, y supo que Saúl en verdad se acercaba. 5 Se levantó David y vino al lugar donde Saúl había acampado. Y vio David el lugar donde estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, el comandante de su ejército. Saúl dormía en medio del campamento y el pueblo estaba acampado alrededor de él.
6 Entonces habló[b] David a[c] Ahimelec el hitita y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab y les preguntó: «¿Quién descenderá conmigo a donde está Saúl en el campamento?». «Yo descenderé contigo», dijo Abisai.7 David y Abisai llegaron de noche al campamento[d]. Saúl estaba durmiendo en medio del campamento, con su lanza clavada en tierra a su cabecera, y Abner y la gente estaban acostados alrededor de él. 8 Entonces Abisai dijo a David: «Hoy Dios ha entregado a tu enemigo en tu mano. Ahora pues, déjame clavarlo a[e] la tierra de un solo golpe; no tendré que darle por segunda vez».
9 Pero David dijo a Abisai: «No lo mates, pues, ¿quién puede extender su mano contra el ungido del Señor y quedar sin castigo?». 10 Dijo también David: «Vive el Señor, que ciertamente el Señor lo herirá, o llegará el día en que muera, o descenderá a la batalla y perecerá. 11 No permita el Señor que yo extienda mi mano contra el ungido del Señor; pero ahora, te ruego, toma la lanza que está a su cabecera y la vasija de agua, y vámonos». 12 Tomó, pues, David la lanza y la vasija de agua de junto a la cabecera de Saúl, y se fueron. Pero nadie lo vio ni lo supo, tampoco nadie se despertó, pues todos estaban dormidos, ya que un sueño profundo de parte del Señor había caído sobre ellos.
13 David pasó al otro lado y se colocó en la cima del monte a cierta distancia, con un gran espacio entre ellos.14 Entonces David dio voces al pueblo y a Abner, hijo de Ner y le preguntó: «¿No responderás, Abner?». Entonces Abner respondió: «¿Quién eres tú que llamas al rey?». 15 Y David dijo a Abner: «¿No eres tú un hombre? ¿Quién es como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has protegido a tu señor el rey? Porque uno del pueblo vino para matar a tu señor el rey. 16 Esto que has hecho no es bueno. Vive el Señor, todos ustedes ciertamente deberían morir[f], porque no protegieron a su señor, el ungido del Señor. Y ahora, mira dónde está la lanza del rey y la vasija de agua que estaba a su cabecera».
17 Entonces Saúl reconoció la voz de David y dijo: «¿Es esta tu voz, David, hijo mío?». Y David respondió: «Mi voz es, mi señor el rey». 18 También dijo: «¿Por qué persigue mi señor a su siervo? ¿Pues qué he hecho? ¿Qué maldad hay en mi mano? 19 Ahora pues, ruego a mi señor el rey que escuche las palabras de su siervo. Si el Señor lo ha movido a usted contra mí, que Él acepte[g] una ofrenda, pero si son hombres[h], malditos sean delante del Señor, porque me han expulsado hoy para que yo no tenga parte en la heredad del Señor, y me dicen: “Ve, sirve a otros dioses”. 20 Ahora pues, no caiga mi sangre a tierra, lejos de la presencia del Señor; porque el rey de Israel ha salido en busca de una pulga, como quien va a la caza de una perdiz en los montes».
21 Saúl dijo: «He pecado. Vuelve, David, hijo mío, porque no volveré a hacerte daño pues mi vida fue muy estimada en tus ojos hoy. Yo he actuado neciamente y he cometido un grave error». 22 David respondió: «Aquí está la lanza del rey. Que pase acá uno de los jóvenes y la recoja. 23 El Señor pagará a cada uno según su justicia y su fidelidad; pues el Señor lo entregó hoy en mi mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido del Señor. 24 Así como su vida fue preciosa ante mis ojos hoy, que así sea preciosa mi vida ante los ojos del Señor, y que Él me libre de toda aflicción». 25 «Bendito seas, David, hijo mío, ciertamente harás grandes cosas y prevalecerás», respondió Saúl. David siguió por su camino y Saúl se volvió a su lugar.