Mateo 10:1-4, NBLA

Llamamiento de los doce apóstoles

10 Llamando a Sus doce discípulos, Jesús les dio poder[a] sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; y Jacobo[b], el hijo de Zebedeo, y Juan[c] su hermano; Felipe y Bartolomé[d]; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos[e]; Jacobo[f], el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el cananita[g], y Judas Iscariote, el que también lo entregó.

Mateo 16, NBLA.

Fariseos y saduceos piden señal

16 Entonces los fariseos y los saduceos se acercaron, y poniendo a prueba[a] a Jesús, le pidieron que les mostrara una señal[b] del cielo. Pero Él les dijo: «[c]Al caer la tarde ustedes dicen: “Hará buen tiempo, porque el cielo está rojizo”. Y por la mañana: “Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojizo y amenazador”. ¿Saben ustedes discernir el aspecto[d] del cielo, pero no pueden discernir las señales de los tiempos? Una generación perversa y adúltera busca una señal, y no se le dará señal, sino la señal de Jonás». Y dejándolos, se fue.

La levadura de los fariseos y saduceos

Los discípulos, al pasar al otro lado, se habían olvidado de tomar panes. Entonces Jesús les dijo: «Estén atentos y cuídense de la levadura de los fariseos y saduceos». Y ellos discutían entre sí, diciendo: «Lo diceporque no tomamos panes».

Pero Jesús, dándose cuenta, dijo: «Hombres de poca fe, ¿por qué discuten entre ustedes que no tienen pan?¿Todavía no entienden ni recuerdan los cinco panes para los cinco mil, y cuántas cestas recogieron? 10 ¿Ni los siete panes para los cuatro mil, y cuántas canastas recogieron? 11 ¿Cómo es que no entienden que no les hablé de los panes? Pero cuídense de la levadura de los fariseos y saduceos».

12 Entonces entendieron que Él no les había dicho que se cuidaran de la levadura de los panes, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.

La confesión de Pedro

13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?». 14 Y ellos respondieron: «Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o alguno de los profetas». 15 «Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?», les preguntó* Jesús. 16 Simón Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente».

17 Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos. 18 Yo también te digo que tú eres Pedro[e], y sobre esta roca[f] edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades[g] no prevalecerán contra ella. 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será[h] atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será[i] desatado en los cielos».20 Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que Él era el Cristo.

Jesús anuncia Su muerte y resurrección

21 Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar[j] a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22 Tomando aparte a Jesús, Pedro lo reprendió: «¡No lo permita Dios[k], Señor! Eso nunca te acontecerá[l]».23 Pero volviéndose Él, dijo a Pedro: «¡Quítate de delante de Mí[m], Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres».

Condiciones para seguir a Jesús

24 Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: «Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruzy que me siga. 25 Porque el que quiera salvar su vida[n], la perderá; pero el que pierda su vida[o] por causa de Mí, la hallará. 26 Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? 27 Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta.

28 »En verdad les digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir en Su reino».

Mateo 23, NBLA.

Jesús denuncia a los escribas y fariseos

23 Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a Sus discípulos: «Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. De modo que hagan y observen todo lo que les digan; pero no hagan conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

»Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues agrandan sus filacterias[a] y alargan los adornos[b] de sus mantos. Aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí[c].

»Pero ustedes no dejen que los llamen Rabí; porque Uno es su Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen a nadie padre suyo en la tierra, porque Uno es su Padre, el que está en los cielos. 10 Ni dejen que los llamen preceptores[d]; porque Uno es su Preceptor, Cristo. 11 Pero el mayor de ustedes será su servidor. 12 Y cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido.

Ocho ayes contra los escribas y fariseos

13 »Pero, ¡ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que cierran el reino de los cielos delante de los hombres! Porque ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que están entrando. 14 [e]¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que devoran las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacen largas oraciones! Por eso recibirán mayor condenación.

15 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que recorren el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacen hijo del infierno[f] dos veces más que ustedes!

16 »¡Ay de ustedes, guías ciegos! Porque dicen: “No es nada si alguien jura por el templo[g]; pero el que jura por el oro del templo[h], contrae obligación”. 17 ¡Insensatos y ciegos! Porque ¿qué es más importante[i]: el oro, o el templo[j] que santificó el oro?

18 »También ustedes dicen: “No es nada si alguien jura por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación”. 19 ¡Ciegos! Porque ¿qué es más importante[k]: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?20 Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; 21 y el que jura por el templo[l], jura por él y por Aquel que en él habita; 22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.

23 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y han descuidado los preceptos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquellas. 24 ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!

25 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de[m] robo y de desenfreno! 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.

27 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que son semejantes a sepulcros blanqueados! Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también ustedes, por fuera parecen justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.

29 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edifican los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos, 30 y dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido[n] en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas”. 31 Así que dan testimonio en contra de ustedes mismos, que son hijos[o] de los que asesinaron a los profetas. 32 ¡Llenen, pues[p], la medida de la culpa de sus padres!

33 »¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio[q] del infierno[r]? 34 Por tanto, miren, Yo les envío profetas, sabios y escribas. A algunos de ellos, ustedes los matarán y crucificarán, y a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad, 35 para que recaiga[s] sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el templo[t] y el altar. 36 En verdad les digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Lamentación sobre Jerusalén

37 »¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 38 Por tanto, la casa de ustedes se les deja desierta[u]. 39 Porque les digo que desde ahora en adelante no me verán más hasta que digan: “Bendito Aquel que viene en el nombre del Señor”».

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