La bendición de Dios sobre Israel
Romanos 9:1-13, NBLA
La elección de Israel
9 Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, 2 de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque desearía[a] yo mismo ser anatema[b], separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne. 4 Porque son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, 5 de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo[c], el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.
6 Pero no es que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los descendientes de Israel son Israel; 7 ni son todos hijos por ser descendientes[d] de Abraham, sino que «por Isaac será llamada tu descendencia[e]». 8 Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes[f].
9 Porque la palabra de promesa es esta: «Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo». 10 Y no solo esto, sino que también Rebeca concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac. 11 Porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a Su elección permaneciera, no por las obras, sino por Aquel que llama, 12 se le dijo a Rebeca: «El mayor servirá al menor». 13 Tal como está escrito: «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí».