La fundación de la iglesia

Hechos 1:1-2:47, NBLA

Introducción

En el primer relato, estimado Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba en el cielo, después de que por el Espíritu Santo Él había dado instrucciones a los apóstolesque había escogido. A estos[a] también, después de Su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo relacionado con el reino de Dios.

Y reuniéndolos[b], les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: «La cual», les dijo, «oyeron de Mí; porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con[c] el Espíritu Santo dentro de pocos días[d]».

La ascensión

Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban: «Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?». Jesús les contestó: «No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con Su propia autoridad;pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».

Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube lo recibió y lo ocultó de sus ojos. 10 Mientras Jesús ascendía[e], estando ellos mirando fijamente al cielo, se les presentaron dos hombres en vestiduras blancas,11 que[f] les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué están mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de ustedes al cielo, vendrá de la misma manera, tal como lo han visto ir al cielo».

En el aposento alto

12 Entonces los discípulos regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13 Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo[g] y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo[h] de Jacobo. 14 Todos estos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres[i], y con María la madre de Jesús, y con Sus hermanos.

La suerte de Judas y la elección de Matías

15 Por este tiempo,[j] un grupo como de ciento veinte personas[k] estaba reunido allí, y Pedro se puso de pie en medio de los hermanos, y dijo: 16 «Hermanos[l], tenía que cumplirse la Escritura en que por boca de David el Espíritu Santo predijo acerca de Judas, el que se hizo guía de los que prendieron a Jesús.

17 »Porque Judas era contado entre nosotros y recibió parte en este ministerio».18 Este, pues, con el precio de su terrible infamia[m] adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Estollegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua[n] Acéldama, es decir, campo de sangre.

20 «Pues en el libro de los Salmos está escrito:

Que sea hecha desierta su morada,
Y no haya quien habite en ella”;
Y:
Que otro tome su cargo[o]”.

21 Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió[p] entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros Jesús fue recibido arriba al cielo, uno sea constituido testigo con nosotros de Su resurrección».

23 Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, al que también llamaban Justo, y a Matías. 24 Después de orar, dijeron: «Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has escogido 25 para ocupar[q] este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía». 26 Echaron[r] suertes y la suerte cayó sobre Matías, y fue contado[s]con los once apóstoles.

La venida del Espíritu Santo

2 Cuando llegó[a] el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar,y de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que[b] llenó toda la casa donde estaban sentados. Se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose[c], se posaron[d] sobre cada uno de ellos.Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse.

Había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. Al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua[e].

Estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: «Miren, ¿no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua[f] en la que hemos nacido? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, del Ponto y de Asia[g], 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos[h], 11 cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestros propios idiomas de las maravillas de Dios».

12 Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: «¿Qué quiere decir esto?». 13 Pero otros se burlaban y decían: «Están borrachos[i]».

Primer sermón de Pedro

14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once apóstoles, alzó la voz y les declaró: «Hombres de Judea y todos los que viven en Jerusalén, sea esto de su conocimiento y presten atención a mis palabras. 15 Porque estos no están borrachos como ustedes suponen, pues apenas es la hora tercera[j]; 16 sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

17 “Y sucederá en los Últimos días”, dice Dios,
Que derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne;
Y sus hijos y sus hijas profetizarán,
Sus jóvenes verán visiones,
Y sus ancianos soñarán sueños;
18 Y aun sobre Mis siervos y sobre Mis siervas
Derramaré de Mi Espíritu en esos días,
Y profetizarán.
19 Y mostraré prodigios arriba en el cielo
Y señales abajo en la tierra:
Sangre, fuego y columna[k] de humo.
20 El sol se convertirá en tinieblas
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día grande y glorioso[l] del Señor.
21 Y sucederá[m] que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.

22 »Hombres de Israel, escuchen estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado[n] por Dios entre ustedes con milagros[o], prodigios y señales[p] que Dios hizo en medio de ustedes a través de Él, tal como ustedes mismos saben.23 Este fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento[q] de Dios, y ustedes lo clavaron en una cruz por manos de impíos[r] y lo mataron.24 Pero Dios lo resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo el dominio de ella. 25 Porque David dice de Él:

Veía siempre al Señor en mi presencia;
Pues está a mi diestra para que yo no sea sacudido.
26 Por lo cual mi corazón se alegró y mi lengua se regocijó;
Y aun hasta mi carne descansará en esperanza;
27 Pues Tú no abandonarás mi alma en el Hades[s],
Ni permitirás[t] que Tu Santo vea corrupción.
28 Me has hecho conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de gozo con Tu presencia”.

29 »Hermanos[u], del patriarca David les puedo decir con franqueza que murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30 Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le había jurado sentar a uno de sus descendientes[v] en su trono, 31 miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo[w], que ni fue abandonado en el Hades[x], ni Su carne sufrió[y] corrupción.

32 »A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado a[z] la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen. 34 Porque David no ascendió a los cielos, pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a Mi diestra,
35 Hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies’”.

36 Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo[aa]».

Efectos del sermón de Pedro

37 Al oír esto, conmovidos profundamente[ab], dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «Hermanos[ac], ¿qué haremos?». 38 Entonces Pedro les dijo: «Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.39 Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame».

40 Y Pedro, con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: «Sean salvos de esta perversa generación». 41 Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3,000 almas[ad]. 42 Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración[ae].

Comunión de los creyentes

43 Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales[af] se hacían por los apóstoles[ag]. 44 Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; 45 vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. 46 Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos[ah] con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos.

Facebook
Twitter
Email

Más prédicas de esta serie

© 2020 | Centro Bíblico El Camino
(502) 2225 5252 | info@cbelcamino.org
29 calle 13-11, Zona 12, Colonia Santa Rosa II
Ciudad de Guatemala, Guatemala

¿Eres miembro de Centro Bíblico El Camino y quieres recibir nuestras noticias en tu bandeja de entrada?