Santiago 1:21-27, NBLA
Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia[q], reciban ustedes con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas.
22 Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. 23 Porque si alguien es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural[r] en un espejo; 24 pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente[s] se olvida de qué clase de persona es. 25 Pero el que mira atentamente[t] a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz[u], este será bienaventurado en lo que hace[v].
26 Si alguien se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana. 27 La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones[w], y guardarse sin mancha del mundo.