Pablo predica el evangelio en Damasco y Jerusalén

20 diciendo: «Esta es la sangre del pacto que Dios les ordenó a ustedes[a]». 21 De la misma manera roció con sangre el tabernáculo y todos los utensilios del ministerio. 22 Y según la ley, casi todo ha de ser purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón.

El sacrificio definitivo
23 Por tanto, fue necesario que las representaciones[b] de las cosas en los cielos fueran purificadas de esta manera, pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24 Porque Cristo[c] no entró en un lugar santo[d] hecho por manos, una representación[e] del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros, 25 y no para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote entra al Lugar Santísimo[f] cada año con sangre ajena.

26 De otra manera, a Cristo le hubiera sido necesario sufrir muchas veces[g] desde la fundación del mundo; pero ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, se ha[h] manifestado para destruir[i] el pecado por el sacrificio de sí mismo[j]. 27 Y así como está decretado[k] que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, 28 así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente lo esperan.

Facebook
Twitter
Email

Más prédicas de esta serie

© 2020 | Centro Bíblico El Camino
(502) 2225 5252 | info@cbelcamino.org
29 calle 13-11, Zona 12, Colonia Santa Rosa II
Ciudad de Guatemala, Guatemala

¿Eres miembro de Centro Bíblico El Camino y quieres recibir nuestras noticias en tu bandeja de entrada?