Perder para ganar
Lucas 23:27-56, NBLA
27 Y seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban[a] y se lamentaban por Él. 28 Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. 29 Porque vienen días en que dirán: “Dichosas las estériles, los vientres que nunca concibieron y los senos que nunca criaron”. 30 Entonces comenzarán a decir a los montes: “Caigan sobre nosotros”; y a los collados: “Cúbrannos”. 31 Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?».
32 También llevaban a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos con Él.
La crucifixión
33 Cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera[b]», crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34 Y Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen[c]». Y los soldados echaron suertes, repartiéndose entre sí Sus vestidos.
35 El pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se burlaban de Él, diciendo: «A otros salvó; que se salve Él mismo si Este es el Cristo[d] de Dios, Su Escogido». 36 Los soldados también se burlaban de Jesús, y se acercaban a Él y le ofrecían vinagre, 37 diciendo: «Si Tú eres el Rey de los judíos, sálvate a Ti mismo».
38 Había también una inscripción sobre Él[e], que decía: «ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS».
Los dos malhechores
39 Uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: «¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!».
40 Pero el otro le contestó, y reprendiéndolo, dijo: «¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? 41 Nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos[f]; pero este nada malo ha hecho». 42 Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en[g] Tu reino». 43 Entonces Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Muerte de Jesús
44 Era ya como la hora sexta[h], cuando descendieron[i] tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena[j], 45 al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos[k]. 46 Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: «Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu». Habiendo dicho esto, expiró.
47 Al ver el centurión lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: «Ciertamente, este hombre era inocente[l]». 48 Todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho. 49 Pero todos los conocidos de Jesús y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas.
Sepultura de Jesús
50 Había un hombre llamado José, miembro del Concilio[m], varón bueno y justo, 51 el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás[n], que era de Arimatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios. 52 Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, 53 y bajándolo, lo envolvió en un lienzo de lino, y lo puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. 54 Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.
55 Y las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado Su cuerpo. 56 Cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y perfumes.
Y en el día de reposo descansaron según el mandamiento.