Apocalipsis 1:1-8, NBLA.


La revelación de Jesucristo

La Revelación[a] de Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Él la dio a conocer[b] enviándola por medio de Su ángel a Su siervo Juan, quien dio testimonio de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo, y de todo lo que vio. Bienaventurado[c] el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca.

Saludo a las siete iglesias

Juan, a las siete iglesias que están en Asia[d]: Gracia y paz a ustedes, de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete Espíritus que están delante de Su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó[e] de nuestros pecados con[f] Su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para Dios, Su Padre[g], a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. Él viene con las nubes, y todo ojo lo verá, aun los que lo traspasaron; y todas las tribus[h] de la tierra harán lamentación por Él. Sí. Amén.

«Yo soy el Alfa y la Omega[i]», dice el Señor Dios, «el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».

Apocalipsis 19

Alabanzas en el cielo

19 Después de esto oí como una gran voz de una gran multitud en el cielo, que decía:

«¡Aleluya!
La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios,
Porque Sus juicios son verdaderos y justos,
Pues ha juzgado a la gran ramera
Que corrompía la tierra con su inmoralidad,
Y ha vengado la sangre de Sus siervos en ella[a]».

Y dijeron por segunda vez:

«¡Aleluya!
El humo de ella sube por los siglos de los siglos».

Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, y decían:

«¡Amén! ¡Aleluya!».

Y del trono salió una voz que decía:

«Alaben ustedes a nuestro Dios, todos ustedes Sus siervos,
Los que le temen, los pequeños y los grandes».

Anuncio de las bodas del Cordero

Oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía:

«¡Aleluya!
Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina.
Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria,
Porque las bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado».
Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio,
Porque las acciones justas de los santos son[b] el lino fino.

El ángel me dijo*: «Escribe: “Bienaventurados los que están invitados a la cena de las Bodas del Cordero”». También me dijo*: «Estas son palabras verdaderas de Dios». 10 Entonces caí a sus pies para adorarlo. Y me dijo*: «No hagas eso[c]. Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que poseen el testimonio de Jesús; adora a Dios. El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía».

El jinete del caballo blanco

11 Vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. El que lo montaba se llama Fiel y Verdadero. Con justicia juzga y hace la guerra. 12 Sus ojos son una llama de fuego, y sobre Su cabeza hay muchas diademas. Tiene un nombre escrito que nadie conoce sino Él. 13 Está vestido de un manto empapado en sangre, y Su nombre es: El Verbo[d] de Dios.

14 Los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino, blanco y limpio, lo seguían sobre caballos blancos.15 De Su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones y las regirá[e] con vara de hierro. Él mismo pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso. 16 En Su manto y en Su muslo tiene un nombre escrito: «REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES».

17 Vi a un ángel que estaba de pie en el sol. Clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: «Vengan, congréguense para la gran cena de Dios, 18 para que coman carne de reyes, carne de comandantes[f] y carne de poderosos, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos los hombres, libres y esclavos, pequeños y grandes».

19 Entonces vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos para hacer guerra contra Aquel que iba montado en el caballo blanco y contra Su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, junto con el falso profeta que hacía señales en su presencia[g], con las cuales engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y a los que adoraban su imagen. Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde con azufre. 21 Los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca de Aquel que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de sus carnes.

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